Sí, nadie niega las posibilidades de tener la oportunidad. Carlos Escribano, arzobispo de Zaragoza, nos invita de forma ¿estudiadamente cercana? a participar en la Jornada Diocesana de Inicio de Curso. Por supuesto, y para que a nadie se le olvide, en el primer párrafo de la invitación, recuerda que, y cito literalmente: “Esta Jornada de convivencia y trabajo fraterno nos ayudará a adentrarnos en el quinto año de nuestro Plan diocesano de Pastoral VITA”.
Ya sería interesante analizar qué quiere decir con “nuestro Plan diocesano…”, ya que es un Plan que creó cuando fue obispo de la diócesis de Teruel y Albarracín, luego lo llevó a la diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño y, al ser nombrado arzobispo de Zaragoza, lo trajo aquí. Esto, siendo muy importante por la primacía que le da a su Plan, puede pasar ahora a un segundo plano.
En el tercer párrafo de la invitación, dice, y vuelvo a citar literalmente: “Respondiendo a nuestros objetivos pastorales, tendremos la oportunidad de trabajar el tema de la sinodalidad con la charla ‘Sinodalidad y misión’ que impartirá D. Francisco Conesa, obispo de Solsona y responsable del proceso sinodal en la CEE”.
Para quien no lo conozca, diré que coincidí en las dos Asambleas sinodales, en el Vaticano, con Francisco Conesa, y es una persona encantadora y con un compromiso sinodal incuestionable.
Nuestro obispo es otra cosa, sincera y lamentablemente. Decir a estas alturas “tendremos la oportunidad de trabajar el tema de la sinodalidad…” es tomarnos el pelo a todos. La sinodalidad no se trabaja a partir de una conferencia por buena que sea. En este momento ya teníamos que estar metidos de lleno en las asambleas diocesanas, haciendo propuestas, escuchándonos, intercambiando opiniones y llegando a consensos que hicieran avanzar a nuestra diócesis e ir afianzando el proceso sinodal que, recuerdo, está ya en plena fase de implementación. El Espíritu está ahí, acompañando, impulsando, animando donde todos estamos.
¿Trabajar la sinodalidad? ¿Cómo? ¿Haciendo eco en unos grupos para resaltar las ideas que más nos han gustado de la conferencia y luego ponerlas en común? ¡Ya está bien de tratarnos como si fuésemos tontos! Esto que se va a hacer el día 20 de septiembre, no es más que otra forma de animar a creer a muchas personas que se ‘sinodea’ en la diócesis porque se nombra, repito, se nombra, la palabra sinodalidad.
¿Por qué tanto miedo a tener una ASAMBLEA DIOCESANA? Esconderse detrás de VITA no deja de reflejar más que el deseo de inmovilismo y de pretender controlar una situación pastoral que costará mucho levantar en su momento, porque ya no se sostiene.
Solo una cuestión, ¿a cuántas personas en las parroquias –urbanas y rurales- que han tenido cambio de párroco o de vicario parroquial, se les ha pedido opinión sobre el perfil que debían tener el párroco y/o el vicario parroquial? Eso hubiera sido sinodalidad vivida, trabajada por todos.
Así, no. Así, nunca arrancará la sinodalidad en nuestra diócesis. Tenemos que estar muy atentos porque hacer realidad la sinodalidad es un compromiso de todos. No nos podemos dejar arrebatar lo que con tanta ilusión trabajamos, compartimos, decidimos. Solo como recuerdo, dejo este enlace ASAMBLEA DE CLAUSURA de la fase diocesana del Sínodo – YouTube donde, en el minuto 2’12’28, Carlos, arzobispo de Zaragoza, dijo: “lo que queráis que pase, hagámoslo posible”. Y ya al final: «Lo que queráis que sea, será» ¿Ya se te ha olvidado, Carlos? ¿Cómo renunciar a esto?
El papa Francisco nos regaló la posibilidad de aprender juntos a ser Iglesia de otra manera. León XIV se ha comprometido a seguir en la misma línea y nos anima a que continuemos construyendo, entre todos, la Iglesia sinodal. No hay excusas posibles. Solo actitudes imposibles.
El Espíritu sopla donde y cuando quiere, es verdad. Sin embargo, hasta el Espíritu agradecería un poco más de libertad para poder hacerlo. Tendremos la oportunidad… Esperemos que no haya que esperar mucho y que la redacción de futuras invitaciones, se haga teniendo en cuenta la realidad urgente de la Iglesia que somos todos, no lo que quieren algunos que siga siendo.
Cristina Inogés Sanz. Diócesis de Zaragoza


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