Nos ha llamado la atención en estos días la invitación recibida para participar en la revisión del Plan Pastoral VITA 2024-25, y no tanto por el ejercicio de evaluación que supone, cuanto por que en la introducción se hace referencia a los «5 años del Plan VITA, desde el curso 20-21 coincidente con la fase diocesana del Sínodo».
Nuestro arzobispo, Carlos Escribano, inició su pontificado el 21 de noviembre de 2020. Estos nombramientos en los meses tardíos de cualquier año, suelen jugar malas pasadas en nuestra percepción del tiempo porque, solemos quedarnos con el año y nos olvidamos del mes, lo que nos lleva a creer que, en este caso, por ejemplo, nuestro arzobispo tuvo todo el año 2020 para organizar el trabajo pastoral de la diócesis, cuando no fue así.
No fue hasta el año 2021, entre los meses de abril y junio, cuando nuestro arzobispo comenzó la labor de contrastar su “Proyecto diocesano” para ir modificando, puliendo, perfeccionando el borrador de un documento llamado VITA. Este texto se presentó el 18 de junio de 2021 en el Consejo Presbiteral y, al día siguiente, 19, en el Consejo Diocesano de Pastoral. Términos como proceso, conversión personal, discernimiento, sinodalidad, Iglesia en salida, vocación bautismal, primer anuncio fueron el primer marco de referencia antes de que se conocieran los contenidos y la metodología del Sínodo de la sinodalidad. Se trataba de un plan pre-concebido y pre-sinodal. La previsión de trabajo del Plan VITA se extendía hasta el curso 2024-25.
Tuvo que ser un fastidio para el arzobispo tener ya preparado un plan y que fuera convocado un Sínodo -el primero en el que iba a participar todo el pueblo de Dios- fijado en principio de 2021 al 2023 y que, al final fue de 2021 a 2024. Es decir, el Sínodo, ha ocupado todo el tiempo que estaba previsto para VITA. En todo caso, el 16 de octubre de 2021, recién llegada de la apertura del Sínodo en el Vaticano, donde fui invitada directamente por el papa Francisco a hacer la meditación de apertura, siendo la primera mujer que lo hacía en un Sínodo de obispos, intervine en el encuentro de apertura diocesana del curso en la Ciudad Escolar Pignatelli. Allí expliqué la importancia del proceso sinodal y lo que significaría para la Iglesia vivirlo en plenitud.
En pastoral, como en todo en la vida, hay que tener mirada amplia y un Sínodo tan especial como el que hemos vivido tenía que haber tenido prioridad absoluta. Pero, de hecho, no ha sido así y esta coincidencia entre Sínodo y Plan ha sido causa de constantes interferencias, confusión y dispersión de esfuerzos, como repetidas veces se ha puesto de manifiesto.
La primera etapa del Sínodo, la diocesana, ocupó todo el curso 2021-22 y se decidió entonces con buen criterio aplazar la puesta en marcha del Plan VITA hasta el siguiente curso. Pero, finalizada la fase diocesana, se dieron instrucciones para que los más de 400 grupos sinodales que habían participado en la diócesis de Zaragoza se convirtieran en grupos VITA. La mayoría lo hicieron, con buena intención, pero dejaron de participar en las siguientes fases del Sínodo. Solo unos pocos se mantuvieron como grupos sinodales participando en todas las fases el proceso sinodal.
A partir de septiembre de 2022, el proceso sinodal fue abordado como una parte del Plan. Concretamente se le dedicó la línea estratégica 4 que lleva por nombre “Sínodo”. Media página en esta última edición (2024-25) en la que los dos objetivos son “Seguir participando en el Sínodo Universal de la Iglesia”, algo que han llevado a cabo fundamentalmente los grupos sinodales que quedaron con la coordinación del Equipo Diocesano; y “Dar continuidad al discernimiento diocesano sobre cómo ser una Iglesia más sinodal”, objetivo bien formulado en su intención, pero sin acciones diocesanas programadas que le pudieran dar cumplimiento. El encuentro de grupos sinodales del 12 de abril de este año, fue más el resultado del interés de los propios grupos por dar continuidad y relevancia al proceso sinodal que una acción programada de discernimiento diocesano, algo que no ocurre desde la síntesis final de mayo de 2022 y de eso hace ya tres años… En todo caso, el Plan Pastoral no ha sido el resultado de las conclusiones del Sínodo, aun cuando se puedan encontrar convergencias, sencillamente porque el proceso sinodal aún no ha terminado.
Nos llama también la atención que se nos invite a la revisión de VITA y no se hable para nada de la necesaria Asamblea que debería ya celebrarse, según reza el Documento Final del Sínodo que, no olvidemos, es magisterio eclesial por decisión del papa Francisco. Además, falta cualquier tipo de referencia a la carta que el cardenal Grech, secretario general del Sínodo, hizo llegar el pasado 15 de marzo a los presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo. Ni una palabra sobre las propuestas que hay en ella y que, aunque el calendario que adjuntaba debía haberse puesto en marcha en mayo, y las circunstancias que vivimos a partir de la fecha del fallecimiento del papa Francisco han retrasado un mes el inicio de su propuesta, no está parada ni anulada. Es más, algunas diócesis ya están cumpliendo con las propuestas que hay en la carta. Porque, sobre lo que no hay ninguna duda, es que el proceso para la implementación de la sinodalidad en las diócesis continua, tal como les ha vuelto a recordar a los obispos españoles en carta de este mismo mes de junio monseñor Mons. Francisco Conesa como referente de la CEE para la fase de aplicación del Sínodo de los obispos en sustitución de Mons. Vicente Jiménez.
¿Adultos en la fe? Lo somos y, así nos gustaría que se nos tratase a todos. Caminando y construyendo Reino de Dios con el obispo, en nuestro caso arzobispo que, unas veces irá delante, otras, en medio y otras, detrás; pero todos juntos, como dice Evangelii Gaudium, exhortación de Francisco sobre la que el papa actual, León XIV, ha dicho que es la actualización del Concilio Vaticano II con un lenguaje que entendemos todos.
No tomar en consideración a gran parte del pueblo de Dios podría ser una gran torpeza pastoral con consecuencias. Si se hubiera convocado una Asamblea -y no solo la revisión de VITA- se podría pensar en volver a contactar con los más de 400 grupos que, inicialmente, participaron en la fase diocesana del proceso sinodal y, entre todos, profundizar en la reforma de las estructuras diocesanas y en la adopción de medidas concretas que promuevan una efectiva conversión personal y pastoral, y son previas a la redacción cualquier plan pastoral. Pero …
Carlos, arzobispo de Zaragoza (¡qué bien suena decirlo así, como en el origen de la Iglesia!), estamos aquí. Si vamos juntos, todos, te seguimos si vas delante, te acompañamos si vas en medio y, si vas detrás, te protegemos del viento para que puedas descansar un poco. Que también te lo mereces…
¿Qué tal si, entre todos, reconducimos el rumbo?
Cristina Inogés Sanz y Emilio Aznar Delcazo. Diócesis de Zaragoza



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