He asistido a la presentación de un libro escrito por un sacerdote aragonés y lo he leído con cierto detenimiento. El tema del ensayo es la espiritualidad en una zona concreta de Aragón: https://www.iglesiaenaragon.com/el-sacerdote-ricardo-mur-presenta-homo-religiosus-en-el-pirineo

Es meticuloso, exhaustivo diría yo, en el análisis de los hechos que reflejan lo que fueron en épocas anteriores las expresiones religiosas de los pueblos de las que quedan algunas aunque vayan cambiando el sentido y los sentimientos que las animan. Es un estudio sociológico bien documentado de la religión en esa zona. Es lo que pretendía y lo ha conseguido. Es posible que falte el estudio de lo que la Iglesia contribuyó a crear y fomentar determinadas formas religiosas que sirvieron como vehículo evangelizador para muchas generaciones pero me importaría más leer lo que este buen sacerdote considera que la misma Iglesia no hizo o hizo mal para llegar a la situación actual de abandono o tergiversación de las motivaciones iniciales. ¿Dónde se perdió? ¿Dónde dejó de ser el instrumento idóneo para llevar al Jesús que es camino, verdad y vida?

No creo que todo se pueda achacar al materialismo, positivismo, hedonismo y consumismo que reina en el mundo occidental. Que sí, que ahí están esas corrientes a las que tratan de contrarrestar numerosas formas religiosas o neoliturgias de hoy como la magia, la astrología, el yoga, la brujería y tantas ideas y prácticas que ofrecen una trascendencia que en el fondo busca siempre la humanidad.

Si la Iglesia no tiene culpa de nada ¿a qué viene la llamada del Papa a toda la cristiandad para corregir, actualizar y cambiar formas y estructuras? ¿No debería empezar este Sínodo con un mea culpa sincero aunque sólo sea por haberse quedado estancada, fuera del juego religioso en esta sociedad?

Miremos con ilusión y esperanza más allá de los documentos emanados de las jerarquías eclesiásticas a ver lo que nos trae el Sínodo de la sinodalidad.

Antonio Aguilera Sánchez. Diócesis de Zaragoza


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