La presencia del tema del Sínodo en la vida de la Iglesia depende tanto del interés de los responsables de las diócesis y de las comunidades como de la actitud proactiva de todos los cristianos. Algo difícil de evaluar salvo por impresiones. Por eso, me ha resultado interesante emplear un sencillo método de observación a partir de la información sinodal que ofrecen las respectivas páginas webs de las diócesis de Aragón, fijándome sólo en dos criterios: el de la usabilidad, es decir, el de la comprobación de a cuantos clics de ratón se encuentra la información sinodal en cada una de las páginas; y el de la actualización, osea, si la página recoge los últimos documentos o si, por el contrario, la información se ha detenido en alguna de las fases.
Respecto al primer punto, los resultados son muy satisfactorios: todas las webs de las diócesis de Aragón, excepto la de Zaragoza, incluyen un destacado apartado para el Sínodo nada más abrir la primera página. Las de Barbastro-Monzón, Teruel y Albarracín, Huesca y la de Tarazona formando parte de un carrusel de eventos en portada compartiendo protagonismo junto con otros cuatro o cinco temas de primerísima actualidad. La de Jaca, en un directorio estático junto con otros veintitantos apartados, pero en primera página. Lo de la de Zaragoza es llamativo, porque no es que haya que dar más de un clic para llegar a la información, es que es de todo punto imposible acceder a la misma desde la página de inicio (http://www.archizaragoza.org/). Solo se encuentra la página del Sínodo si conoces el enlace https://vita.archizaragoza.org.
Respecto a la actualización de materiales, los resultados son más desiguales si atendemos a la publicación en las webs diocesanas de dos documentos recientes: el del informe de síntesis de Roma de la primera sesión del Sínodo en octubre de 2023; y el documento de síntesis que la Iglesia española acaba de enviar a la Secretaría General del Sínodo después de haber recogido el trabajo de diócesis y movimientos a lo largo del presente curso. También nos podemos fijar en la publicación de las respectivas conclusiones diocesanas.
Según este criterio de análisis hay que destacar la continuidad y trazabilidad de los documentos oficiales, de los materiales de trabajo y de las respectivas síntesis conclusivas expuestas en la web de la diócesis de Zaragoza. Es, sin duda alguna y con diferencia, la más completa ( https://vita.archizaragoza.org/sinodo/), aunque, como ya dije, la más encriptada. Interesante también la de Tarazona que, junto con un enlace actualizado a la página oficial del Sínodo, donde se recogen las noticias más recientes, se exhibe el documento de las conclusiones diocesanas enviado a la CEE (https://diocesistarazona.org/temas-del-sinodo-21-23/). La de Teruel y Albarracín omite todo lo anterior y simplemente ofrece el último cuestionario para la reflexión sinodal, si bien incluye un enlace al Informe de síntesis de Roma (https://www.diocesisdeteruel.org/documento-de-trabajo-para-la-etapa-continental-del-sinodo/). La documentación sinodal de las de Jaca (https://www.diocesisdejaca.org/index.php/sinodo) y Barbastro-Monzón (http://www.diocesisbarbastromonzon.org/pastoral/sinodo/) se interrumpe prácticamente en el verano de 2022. Algo parecido cabría decir de la de Huesca, si bien en este caso, se muestra una relación de documentos de trabajo del Sínodo universal (https://laicos.conferenciaepiscopal.es/sinodo/).
El movimiento sinodal, como tantas otras cosas en la vida y en la Iglesia, hay que sentirlo, y quererlo. La participación de las personas y los grupos en las distintas fases es imprescindible. Pero el proceso necesita, además, cultivar un sincero afecto sinodal. Algo difícilmente alcanzable sin una adecuada presentación de los temas tratados, de los interrogantes y encrucijadas a afrontar y, por supuesto, sin una suficiente presencia del tema del Sínodo en la vida de la Iglesia. Posiblemente sea éste uno de los puntos débiles del camino sinodal iniciado en 2021, tanto en lo que se refiere a la presentación a los propios diocesanos (motivación), como a la expresión de lo que la Iglesia quiere ser para la sociedad en la que se inserta (transparencia). Por eso, me preguntaba si la deficiencia comunicativa observada está pudiendo afectar al escaso entusiasmo con el que los cristianos estamos viviendo el proceso sinodal y si, en este caso, se podría aplicar aquello de que ojos que no ven, corazón que no siente. No lo sé a ciencia cierta, pero, a juzgar por el despliegue realizado en las páginas analizadas, seguro que el del Jubileo del 2025 será un tema mucho más visible en la vida de nuestras Iglesias diocesanas (esperemos que sea, al menos también, más sentido).
Emilio Aznar Delcazo. Diócesis de Zaragoza

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